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La ciudad de las Damas, de Cristina de Pizán

Iniciado por Báthory, Diciembre 06, 2020, 12:47:47:26 PM

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themis

Decidme que no soy la única que se imagina a las amazonas en plan Xena, la princesa guerrera...

Fahrenheit

Sí, yo también me las imagino un poco así, pero con casco espartano :)
El foro de www.lesbianas.tv ha muerto. ¡Larga vida al nuevo foro!

Báthory

Normalmente sí imagino a las amazonas así, como Xena. Pero esta vez con lo del casco me ha desconcertado.

Bueno, voy. Esta vez Amelia ha puesto cuatro capítulos fghgfjghk.

XXI
De la noble reina Artemisa


»¿Acaso podríamos decir menos de la ilustre reina de Caria que de otras valerosas mujeres? Quiso al rey Mausolo, su esposo, con un amor tan grande que cuando murió hizo que siguiera compartiendo su corazón, como veremos más adelante. Al quedarse viuda, tuvo que gobernar un país inmenso, pero no se arredró porque poseía una gran fuerza de carácter, sabiduría y sentido político. Tenía además todas las virtudes caballerescas, dominaba el arte militar y sus muchas victorias le valieron fama y renombre. No sólo asumió el gobierno del Estado sino que tomó el gobierno de las armas en frecuentes ocasiones, dos de ellas especialmente memorables, una para defender su propio país, la otra por lealtad hacia la amistad y la palabra dada.

»La primera ocasión se presentó tras la muerte de su marido, el rey Mausolo, cuando los habitantes de Rodas, cuyas tierras lindaban con el reino de Caria, se sublevaron indignados porque una mujer asumiera el poder en un Estado vecino. Con la esperanza de expulsarla y conquistar su feudo, la atacaron con un gran ejército y una nutrida flota. Dirigiéronse hacia la ciudad de Halicarnaso, situada en medio del mar en la isla de Icaria. Se trata de una plaza fortificada que cuenta con dos puertos, uno interior, por así decir escondido dentro de la ciudadela, al que se accede por un paso estrecho y que escapa a las miradas, de tal suerte que en caso de asedio se puede entrar y salir del palacio sin ser visto; el otro es un puerto grande, junto a las murallas. Cuando la sabia Artemisa supo por sus espías que se acercaba el enemigo, reunió a las tropas y les mandó armarse. Pero antes de salir acordó con los habitantes de la ciudad y gentes de su confianza, a los que dejó con esa misión expresa, que, a una señal convenida, acogerían a los habitantes de Rodas dándoles muestras de paz e invitándoles desde lo alto de las murallas a entrar en una ciudad dispuesta a rendirse. Debían intentar que las fuerzas enemigas abandonaran sus navíos para reagruparse en la plaza del mercado. Después de dar esa orden, Artemisa abandonó la ciudad con su ejército por el puerto interior y se alejaron hacia alta mar por detrás de la ciudadela, sin que nadie pudiera observarlos. Después de dar la señal y recibir otra confirmando que habían entrado en la plaza, zarpó inmediatamente hacia el puerto grande, donde se apoderó de la flota enemiga e hizo tender emboscadas en toda la ciudad. Pudo así sorprender y tomar de revés a los habitantes de Rodas y aniquilar su ejército.

»No le bastó con esa victoria aplastante e hizo aún más. Utilizando a las naves enemigas para embarcar a sus tropas, puso rumbo hacia Rodas izando en las velas los emblemas de la victoria, como si de una vuelta triunfal se tratara. Pensando acoger a los suyos victoriosos, los habitantes de Rodas con gran alborozo abrieron el puerto. Artemisa desembarcó, y dejando a un retén controlando el puerto, marchó al instante sobre el palacio, donde capturó y mandó matar a todos los príncipes. Así venció a los confiados habitantes de Rodas y la isla entera se le rindió. Después de fijar el tributo que tenía que pagar el país conquistado, Artemisa dejó allí una guarnición, pero antes de abandonar la isla mandó erigir dos estatuas de bronce, una representándola a ella misma como conquistadora, la otra, a Rodas conquistada.

»El segundo hecho memorable entre las hazañas de esa mujer tuvo lugar cuando Jerjes, rey de Persia, lanzó su expedición contra Esparta. Había invadido las tierras con la caballería, la infantería y todo el ejército, y ocupado las costas con sus barcos creyendo ya destruir Grecia entera; pero los griegos, que habían firmado un tratado de amistad con la reina Artemisa, reclamaron su ayuda. En vez de mandarles tropas, ella llevó el honor caballeresco hasta el punto de acudir en persona con un ejército inmenso para desafiar a Jerjes y vencerle sin tardanza. Tras derrotarle en tierra, se hizo a la mar para atacarle con su flota cerca de la ciudad de Salamina. Luchando en primera fila al frente de su ejército, Artemisa infundía valentía y coraje a sus barones y capitanes, diciéndoles:

»-¡Adelante, hermanos, esforzaos mis buenos caballeros para que el honor de la batalla sea nuestro! Ganaréis fama y renombre y no repararé en premiaros con mis riquezas.

»En fin, tanto hizo que derrotó a Jerjes en el mar como antes en tierra. Aquél huyó deshonrosamente pese al incalculable número de los soldados de su ejército, del que cuentan las crónicas que por donde pasaba se secaban fuentes y ríos. Con tan noble victoria volvió esa heroica mujer a su reino para ser coronada con los laureles de la gloria.

XXII
Donde se trata de Lilia, madre del valiente caballero Teodorico


»Aunque ella no luchó con las armas en la mano, no es menos digno de alabanza el valor de esa noble dama Lilia que amonestó a su hijo Teodorico, esforzado caballero, para que volviera al combate. Ahora te contaré su historia. Teodorico era en aquel momento uno de los grandes caballeros de la corte del emperador de Constantinopla. De muy hermosos rasgos y aguerrido caballero, era además muy instruido gracias a la educación que le había dado su madre.

»Un día los romanos se vieron atacados por un príncipe, llamado Odoacro, que tenía el propósito de destruir toda Italia. Ellos requirieron entonces la ayuda del emperador de Constantinopla, que les mandó un ejército encabezado por Teodorico, que era el más destacado caballero de su corte. Fue entonces cuando ocurrió lo siguiente: en plena lucha la suerte de las armas se volvió contra Teodorico que presa del pánico emprendió la huida hacia Rávena, Cuando su sabia y enérgica madre, que había estado observando la batalla, vio cómo huía su hijo, le invadió una profunda pena pensando que no había mayor infamia que abandonar el campo de batalla. Pudo más su dignidad que el amor materno -hubiese preferido una muerte honrosa para su hijo-, así que tornó a su encuentro para suplicarle que detuviera tan deshonrosa huida y juntara a sus hombres para volver a luchar. Como sus palabras quedaban sin efecto, enfurecida e indignada, se levantó el vestido por delante y le gritó:

»-¡Quieres huir, hijo, vuelve entonces al vientre que te llevó!

»Tan humillado se vio Teodorico que detuvo la huida, juntó a sus tropas y volvió a la batalla, donde aguijoneado por la vergüenza que le produjo la amonestación de su madre combatió esforzadamente hasta derrotar al enemigo y matar a Odoacro.
Así, Italia entera, a punto de caer, fue salvada por el acierto de una mujer, y me atrevería a afirmar que el honor de la victoria más que sobre el hijo debiera recaer sobre la madre.

Spoiler: ShowHide
Teodorico me ha parecido el típico hijo que termina con cuarenta años viviendo en el sótano de la casa de su madre. Y la madre avergonzándolo delante de sus amigos XDDDD
"Fratriarcado es también toda defensa que las mujeres realizan de los pactos entre varones, sin reparar en que ellas no están incluidas." Rosa M. Rodríguez Magda

Báthory

XXIII
Donde vuelve a hablarse de la reina Fredegunda


»Otra prueba de audacia bélica la tenemos en Fredegunda, reina de Francia de la que ya te hablé anteriormente. Como recordarás, se quedó viuda del rey Chilperico y con su hijo Clotario al pecho se encontró con el reino asediado por la guerra. Dijo entonces a sus barones:

»-Caballeros, no os dejéis desanimar por el número de enemigos que nos amenazan, porque he ideado una estratagema que nos asegurará la victoria, siempre que confiéis en mí. Por amor a vuestro joven príncipe, abandonaré todo miedo femenino y me armaré como un hombre para aumentar vuestra bravura y la de vuestras tropas. Yo iré por delante llevando al príncipe en mis brazos y vosotros me seguiréis, haciendo todo lo que he dispuesto con vuestro condestable.

»Los barones le contestaron que no tenía más que mandar y que ellos la obedecerían gustosamente. Ella fue disponiendo las tropas con gran inteligencia y púsose a cabalgar en cabeza con su hijo en brazos. Detrás iban los barones y luego los caballeros, formados en cuerpo de batalla. En ese orden siguieron montados en busca del enemigo hasta la caída de la noche, cuando entraron en un bosque. De la fronda de un árbol cortó el condestable una hermosa rama y los demás siguieron su ejemplo. Fueron cubriendo los caballos con follaje de árboles de mayo y añadieron cascabeles y cencerros como cuando por las cañadas se lleva al ganado hacia tierras de pasto. Así cabalgaron en apretadas filas hacia el campamento enemigo llevando en la mano frondosas ramas. La reina seguía avanzando valientemente a la cabeza con el pequeño rey en brazos, exhortando con promesas y dulces palabras de ánimo a los barones, que la seguían conmovidos, dispuestos a defender sus derechos con la mayor fiereza.
Cuando les pareció que se encontraban bastante cerca de sus enemigos, se pararon en absoluto silencio.

»Al despuntar el día, los centinelas enemigos que descubrieron la escena empezaron a discutir:

»-¡Qué raro -decían unos-, anoche no había aquí ningún bosque, ni árboles siquiera y ahora hay esta espesa floresta!

»Otros les contestaban que el bosque tenía que estar allí desde hacía tiempo, que no podía ser de otra manera, y que había que ser estúpido para no haberlo visto. Estaba claro que era un bosque, porque se oían alrededor los cencerros de los animales paciendo. De pronto, mientras se enzarzaban en discusiones sin sospechar el engaño, los soldados de la reina echaron al suelo sus ramas. Lo que habían tomado por un bosque resultó ser un ejército de caballeros armados que se abalanzaron sobre ellos sin darles tiempo a coger las armas, ya que fueron arrancados del sueño. Fueron de tienda en tienda matando o capturando a todo el campamento, y así el ingenio de Fredegunda les valió la victoria.

Spoiler: ShowHide
La estratagema de la reina Fredegunda es como el equivalente a ir a espiar a alguien y llevar para ello un periódico con dos agujeros para mirar jajajajajajajajaja


XXIV
Donde se trata de Camila


»Mucho más podría contarte acerca de mujeres valiosas, y no lo fue menos Camila que cualquiera de las que te hablé. Ella era hija de Metabo, rey de los volscos. Su madre murió durante el parto; poco después se produjo una sublevación y su padre, destronado, se vio obligado a exiliarse para salvar la vida. Sólo pudo llevar consigo a Camila, a quien quería por encima de todo.
Llegado ante un ancho río que había que atravesar a nado, se desesperó porque no sabía cómo cruzar con la niña. Después de pensarlo mucho, arrancó largos trozos de corteza de los árboles para confeccionar una suerte de navecilla donde colocó a su hija, y dejando la barquilla bien sujeta a su brazo con unas fuertes lianas de hiedra, atravesaron así el río. Como temía una emboscada por parte de sus enemigos, se refugió en los bosques, donde las ciervas salvajes amamantaron a su hija y la piel de las fieras les sirvió de abrigo y lecho.

»Cuando la niña alcanzó la adolescencia, muy gallarda ella, empezó a cazar con honda y piedras y era más veloz que cualquier lebrel. En la edad adulta, ya era un prodigio de destreza y coraje. Cuando supo por su padre el daño que le habían causado sus súbditos, le dejó para tomar las armas. Para abreviar te diré que, con la ayuda de unos pocos parientes, tanto luchó que logró reconquistar su país. Tomando parte en las más violentas batallas, llevó a cabo grandes hazañas que le merecieron la fama. Su orgullo no le permitió casarse. De la misma Camila cuentan las crónicas que acudió en ayuda de Turno cuando Eneas invadió Italia.

"Fratriarcado es también toda defensa que las mujeres realizan de los pactos entre varones, sin reparar en que ellas no están incluidas." Rosa M. Rodríguez Magda

themis

Parece que de momento la cosa va de mujeres guerreras  ghjkghjkj

Fahrenheit

De momento los ejemplos que ha puesto no me han encantado, pero bueno, no están mal...

Y sí, lo de Fredegunda era un poco de risa...
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Fahrenheit

La historia de Teodorico me ha recordado a las madres y la idiosincrasia espartana en general. Las madres espartanas les decían a sus hijos cuando iban a la guerra: "con el escudo o sobre el escudo". Vamos, que una batalla no se abandona dejando (dejando el escudo tirado para poder huir sin ese peso): o vuelves vencedor con el escudo, o vuelves muerto sobre él (según su costumbre).
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themis

Qué guay, Fahren, no lo sabía, gracias por comentar :D

A mí los espartanos siempre me parecieron muy gays. A veces me resulta gracioso que nuestra cultura relacione la homosexualidad masculina con falta de hombría y gestos amanerados y nadie sospeche de un escuadrón formado por un montón de hombres musculados y sudorosos XDD

Báthory

Ahora voy a poner los que puso ayer -que yo no pude- y supongo que esta tarde pondrá los de hoy.

XXV
De Berenice, reina de Capadocia


»Había en Capadocia una reina llamada Berenice, noble de sangre y corazón como puede esperarse de la hija del poderoso rey Mitrídates, que dominaba gran parte de Oriente. Era esposa del rey Ariaracto, y cuando enviudó, un hermano de aquél le declaró la guerra para apoderarse de Capadocia. Durante una batalla él mató a dos de sus sobrinos, es decir, a los hijos de Berenice que presa de un inmenso dolor perdió todo miedo femenino. Tomó las armas, y encabezando un fuerte ejército, emprendió el ataque contra su cuñado hasta matarle con sus propias manos, pasando luego sobre su cuerpo con el carro de la victoria.

XXVI
Donde se habla de la intrépida Clelia


»No le faltó valor a la noble Clelia aunque no llegara a ilustrarse en los campos de batalla. Sucedió que los romanos aceptaron como garantía de un tratado de paz mandar como rehenes a la noble doncella junto con otras vírgenes romanas de alto rango. Tras sufrir el cautiverio cierto tiempo, Clelia se rebeló considerando deshonroso para la ciudad de Roma que tantas de sus nobles mujeres estuvieran presas de un rey extranjero. Ella se armó de valor e ingenio, y burlando con promesas la vigilancia de sus guardianes, huyó con sus compañeras durante la noche. Llegaron a orillas del Tíber. Allí, en un prado, encontró Clelia un caballo paciendo y ella, que nunca había montado, saltó encima a horcajadas. Sin temor a la profundidad de las aguas, llevó en la grupa a una de sus compañeras y cruzó con ella el río. Volvió en busca de las otras haciéndolas vadear sucesivamente, hasta devolverlas a todas sanas y salvas a sus padres en Roma.

»Los romanos estimaron en mucho el valor de la doncella e incluso el rey que la había tenido como rehén se quedó admirado y hasta le divirtió su osadía. Para guardar la memoria de tal hazaña, los romanos elevaron a Clelia una estatua que representaba una doncella cabalgando y la colocaron en un alto cerca del templo, donde permaneció mucho tiempo.

»Ya hemos acabado de poner los cimientos de nuestra Ciudad. Ahora tenemos que levantar los altos muros del recinto.

XXVII
Cristina pregunta a Razón si Dios ha permitido jamás que una inteligencia femenina acceda a las más elevadas ciencias


Después de oír esas historias, yo pregunté a la Dama que hablaba con tan firme discurso:
-Verdaderamente, Señora mía, Dios concedió una fuerza prodigiosa a las mujeres que habéis descrito. Pero os ruego que me aclaréis si Dios, que ha dispensado muchos favores al sexo femenino, ha querido jamás honrarlo concediendo a ciertas mujeres el privilegio de una elevada inteligencia y profundo saber para que su mente acceda a las más altas ciencias. Me importa mucho la respuesta, porque los hombres siempre pretenden que las mujeres tienen muy escasa capacidad intelectual.

-Hija mía -me contestó-, todo lo que te he dicho antes va precisamente en contra de lo que ellos afirman, y para demostrártelo de forma más clara te daré unos ejemplos. Te vuelvo a decir, y nadie podrá sostener lo contrario, que si la costumbre fuera mandar a las niñas a la escuela y enseñarles las ciencias con método, como se hace con los niños, aprenderían y entenderían las dificultades y sutilezas de todas las artes y ciencias tan bien como ellos. Ya se han dado esas mujeres, como te he indicado antes. Además, como la mujer tiene el cuerpo más delicado y débil, no puede emprender tantas tareas y así aplica mejor su mente, la tiene más libre y más aguda.

-¿Qué estáis diciendo, Dama mía? Con todo el respeto, por favor, ¿podríais desarrollar este punto? Seguramente, los hombres nunca admitirían que esto es verdad, a menos que se explicara más claramente, porque dirían que salta a la vista que los hombres saben más que las mujeres.

-¿Y por qué crees tú que las mujeres saben menos? -me preguntó.

-No lo sé, Señora, me lo tenéis que decir.

-Es sin duda porque no tienen, como los hombres, la experiencia de tantas cosas distintas, sino que se limitan a los cuidados del hogar, se quedan en casa, mientras que no hay nada tan instructivo para un ser dotado de razón como ejercitarse y experimentar con cosas variadas.

-Dama mía, si su mente es tan capaz de aprender y conceptualizar como la de los hombres, ¿por qué no aprenden más?

-Hija mía -me respondió-, porque, como te dije antes, la sociedad no necesita que ellas se ocupen de los asuntos confiados a los hombres, y a ellas les basta con cumplir las tareas que les han encargado. En cuanto a afirmar que las mujeres saben menos, que su capacidad es menor, mira los hombres que viven en el campo o en el monte, estarás de acuerdo en que en muchos sitios salvajes los hombres son tan simples de espíritu que uno los tomaría por animales. Sin embargo, no hay duda de que Naturaleza los ha provisto con los mismos dones físicos e intelectuales que depara a los hombres más inteligentes y eruditos que podamos encontrar en las ciudades. La falta de estudio lo explica todo, lo que no excluye que en los hombres, como en las mujeres, algunos individuos sean más inteligentes que otros. Ahora, para ilustrar la cuestión de la similitud de inteligencia en la mujer y en el hombre, déjame contarte algo sobre mujeres de grandes facultades intelectuales que alcanzaron un saber profundo.

XXVIII
Razón empieza a citar a mujeres que se ilustraron en la ciencia, hablando primero de la joven Cornificia


»A la joven y noble Cornificia la mandaron a la escuela con su hermano desde muy niña, gracias a que sus padres mantuvieron el engaño de que ambos eran chicos. Dotada de una inteligencia prodigiosa, se aplicó al estudio y empezó a saborear el dulce fruto del saber. Hubiera resultado difícil alejarla de un placer del que disfrutaba cada vez más, dejando de lado cualquier ocupación femenina. Tanto se dedicó a ello que llegó a ser una consumada poetisa, pero no sólo brillaba en el arte poético sino que parecía que había bebido de la fuente pura de la filosofía. Quería ser experta en todas las disciplinas y lo consiguió hasta sobrepasar a su hermano, que era un excelente y culto poeta. No le bastaba con el saber poético sino que puso su mente a trabajar con papel y pluma, ejercitándose en componer varios libros que se hicieron famosos. El mismo san Gregorio los cita como muy apreciados en su época. En uno de sus libros, el gran poeta Boccaccio hace también su elogio en estos términos: »¡Qué honor para una mujer haber abandonado las tareas femeninas para dedicar su espíritu a los estudios que ocupan las mentes de los grandes sabios!». Habla, asimismo, de las mujeres que se desprecian a sí mismas y a sus capacidades cuando se desaniman diciendo que sólo sirven para solazar a los hombres, traer hijos al mundo y criarlos, como si hubieran nacido en algún lejano monte y fueran totalmente ignorantes. Dios les ha dado, sin embargo, una hermosa inteligencia que pueden aplicar, si quieren, a cualquiera de los campos donde se ejercitan los hombres más ilustres. No son ni más ni menos accesibles para ellas, si quieren estudiar y ganarse la fama con un trabajo honrado. Así, querida hija, puedes ver cómo este autor ofrece un testimonio a favor de todo lo que te he dicho y alaba la ciencia de las mujeres.
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Báthory

XXIX
Donde se habla de Proba la Romana


»Proba la Romana, mujer de Adelfa, es otro destacado ejemplo. Era cristiana, de elevada inteligencia, se dedicó al estudio con ardor y llegó a conocer a la perfección las siete artes liberales. Excelente poetisa, frecuentaba todas las obras en verso y de modo especial los poemas de Virgilio, que conocía de memoria. Haber leído tanto la había llevado a una reflexión profunda. Siempre se había esforzado en penetrar en la significación de los textos, lo que le hizo concebir el proyecto de poner en verso las Sagradas Escrituras, retomando la densa y harmoniosa poesía de Virgilio. «Fue ciertamente admirable que un proyecto tan ambicioso naciera del cerebro de una mujer», afirma Boccaccio, «pero más prodigioso aún que fuera capaz de llevarlo a cabo».

»En efecto, ella se puso a la tarea compilando la obra de Virgilio, es decir, recorriendo las Églogas, las Geórgicas y la Eneida, tomando de un texto u otro, aquí unos versos enteros, allí unos fragmentos, que juntaba para componer versos completos con una maestría asombrosa. Luego ensamblaba los versos, los acoplaba, hasta que todo quedase sin ninguna falta, completando así un poema cuya calidad ningún hombre hubiera superado. Empezando desde la Creación del mundo y siguiendo con los relatos del Antiguo y Nuevo Testamento, llegó hasta Pentecostés, cuando el Espíritu Santo bajó sobre los apóstoles. Esto hizo con tan perfecta concordancia que, de no haber sabido cómo estaban hechas las obras, uno podría haberse creído que Virgilio era profeta y evangelista. Por todo ello, sigue diciendo Boccaccio, hay que reconocer y alabar en esta mujer un conocimiento tan profundo de las Escrituras como el de los grandes teólogos de nuestro tiempo. Esa noble dama quiso llamar Cento a su obra, y a pesar de que la labor requerida para su composición podría haber ocupado la vida de un hombre, pudo dedicarse a escribir otros libros dignos de elogio, entre ellos un texto retomado de Homero llamado también Cento porque tenía cien versos. De todo eso se puede deducir que conocía la literatura griega a la perfección. Como observa Boccaccio, deberían alegrarse las mujeres al oír hablar de los trabajos de tan culta dama.

XXX
De Safo, mujer tan sutil, ingeniosa poetisa y filósofa


»Nacida en la ciudad de Mitilene, Safo no fue menos sabia que Proba. Era muy hermosa de cuerpo y cara y todo en sus maneras, en su porte, en el tono de su voz y forma de hablar era dulce y placentero, pero el encanto que ofrecía su viva inteligencia era el mayor de todos sus dones, porque era entendida en varias artes y ciencias. Su cultura no sólo abarcaba obras ajenas sino que descubrió formas de escribir y compuso varios libros de poesía. El poeta Boccaccio hizo su elogio en términos llenos de dulzura:

«Safo, poseída por la gracia de su ingenio y un ardiente deseo de estudiar, en medio de hombres rudos e ignorantes, frecuentó las altas y despeñadizas cumbres del Parnaso y con feliz osadía mezclóse con las musas, es decir, con las artes y las ciencias, como una hija querida. Se adentró en una floresta llena de laureles, árboles de mayo, flores de múltiples colores, dulces fragancias y varias especias aromáticas, lugar de esparcimiento y solaz para la gramática, la lógica, la alta retórica, la geometría y la aritmética. Siguió su camino hasta la profunda cueva de Apolo, dios del saber, y descubrió las impetuosas aguas de la fuente de Castalia. Sacó el plectro y tocó con el harpa suaves melodías para guiar las danzas del cortejo de las ninfas, es decir, seguir el ritmo de los acordes de la música según las leyes de la harmonía».

»De las palabras de Boccaccio puede deducirse la profundidad del saber poético de Safo, cuyos escritos sólo alcanzan hombres de gran erudición e ingenio. Han llegado hasta nosotros sus poemas, que siguen siendo modelos de inspiración para los escritores en busca de la perfección. Inventó varios géneros líricos, cantos de amor desesperado al modo elegíaco y otros llamados precisamente «sáficos» por la originalidad de su prosodia. Cuenta Horacio cómo a la muerte de Platón -tan gran filósofo que fue maestro hasta de Aristóteles- encontraron bajo su almohada unos poemas de Safo.

»Su ciudad natal erigió para honrarla y guardar su memoria una magnífica estatua de bronce áureo. Así entró en el afamado círculo de los poetas, lo que, como dice Boccaccio, es un honor tan grande como llevar corona o diadema real, mitra episcopal o los laureles de la victoria.

»Otra mujer griega de gran cultura -y, por supuesto, podría hablarte de muchas más- fue la filósofa Leuntion, que con claro y razonado discurso se atrevió a refutar los argumentos del filósofo Teofrasto, uno de los más ilustres de su tiempo.

XXXI
Aquí habla Razón de la virgen Mantoa


»Si las ciencias y las letras están abiertas a las mujeres y al alcance de su genio, verás ahora cómo las artes tampoco les están vedadas. En el antiguo culto pagano la gente adivinaba el futuro por el vuelo de los pájaros, las llamas del fuego o las entrañas de animales muertos. Se tenía en gran estima aquel arte o ciencia adivinatoria, cuya soberana maestra fue la hija de Tiresias, el gran sacerdote de Tebas -al que llamaríamos obispo, y recuerda que en las otras religiones los sacerdotes podían casarse-. Esa mujer, que se llamaba Mantoa y vivía en tiempos de Edipo, rey de Tebas, dominaba con sus extraordinarias dotes el arte de la piromancia, es decir, de la adivinación por el fuego, que se remonta, según algunos, a los caldeos y que, según otros, fue descubierto por e! gigante Nemrod. Lo cierto es que no había ningún hombre en su época que supiera discernir mejor el movimiento, el sonido y el color del fuego, o leer con tanto acierto en las venas de los animales, la garganta de los toros y las entrañas de toda clase de bestias. Se creía que gracias a su arte podía convocar a los espíritus para que contestaran a sus preguntas. Le tocó vivir la ruina de Tebas a consecuencia de la lucha entre los hijos de Edipo y marchó a Asia, donde mandó edificar un templo a Apolo, que había de ser famoso. Acabó sus días en Italia. Allí tanto la veneraban que dieron su nombre a una ciudad que hoy existe todavía: Mantua, donde nació el poeta Virgilio.

XXXII
De Medea y de otra reina llamada Circe


»Medea, de la que muchos libros de historia hacen mención, no estaba menos familiarizada con aquellas artes practicadas por Mantoa. Hija de Persea y Aetes, rey de Cólquida, era una mujer muy hermosa, alta de estatura y de cara agradable, y por su saber sobrepasaba a todas. Conocía las propiedades de las hierbas y todas las medicinas que con ellas podían elaborarse. Ningún arte le era ajeno. Gracias a sus sortilegios, cantando ciertos versos, sabía turbar el aire y nublar el cielo, hacer salir los vientos de las cuevas y de las más profundas cavernas, mover tempestades y torbellinos, detener los ríos para que no corriesen, preparar ponzoñas, hacer surgir el fuego de cualquier cosa que eligiese, que luego ardía como si nada. Fue gracias a sus encantamientos como Jasón conquistó el Vellocino de Oro.

»Asimismo, Circe, reina de una isla cercana a Italia, era tan experta en el arte de la magia que gracias a sus extraordinarios hechizos podía lograr cuanto se proponía. Sabía de un brebaje capaz de mudar a los hombres en cualquier animal o bestia salvaje. Así lo cuenta la historia de Ulises. Cuando intentaba volver a Grecia después de la destrucción de Troya, Fortuna llevó sus barcos con vientos adversos en medio de una gran tormenta que le hizo arribar al puerto de la isla de Circe. Allí, el ingenioso Ulises no quiso desembarcar sin el permiso de la reina y mandó en embajada a sus caballeros para saber si era de su agrado el requerimiento. Circe, pensando que eran enemigos, dio de beber a diez de ellos una pócima que los transformó en piara de cerdos de forma inmediata. Ulises no tardó en acudir y pudo persuadirla de que devolviera a sus compañeros su forma humana.

»Se dice que cuando otro príncipe griego, Diomedes, arribó al puerto de Circe, la maga metamorfoseó a sus guerreros en pájaros, y aún siguen siéndolo hoy. Son unos pájaros más grandes de lo normal y con una forma bastante extraña, pero pese a su ferocidad los habitantes de la región los miran con orgullo y los llaman «diomedeos».
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Fahrenheit

Bien, ya empieza a hablar de mujeres más conocidillas :)
Aunque sigue con los esencialismos femeninos... Bueno, la perdonamos por ser del 1400.
Con lo que me llama la atención el personaje de Medea, podía haber dicho más cosillas, como que siempre destacaban lo cabrona que era en sus venganzas, pero, claro, eso no nos viene bien para el propósito de esta mujer...
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Báthory

Mira, Fahren, aquí sigue con los tost... temas que te gustan XD

XXXIII
Cristina pregunta a Razón si alguna vez una mujer descubrió una ciencia antes desconocida


Yo, Cristina, después de escuchar el discurso de Razón le contesté en estos términos:

-Señora mía, ya veo que pueden citarse muchos casos de mujeres instruidas en las artes y las ciencias, pero ahora os pregunto si conocéis algunas que por intuición, saber, inteligencia o ingenio, hayan inventado algunas nuevas técnicas o ciencias necesarias y provechosas que se desconocían antes.

-Puedes estar segura, querida -me contestó-, que muchas ciencias e importantes técnicas han sido descubiertas por la inteligencia y el ingenio femenino, tanto en lo que respecta a la ciencia pura -y ahí están sus escritos- como en el campo de la técnica, como lo prueban algunas invenciones y profesiones manuales. Ahora te daré varios ejemplos.

»Te hablaré primero de la noble Nicostrata, a la que los italianos llaman Carmenta. Esa dama era hija de Palas, rey de Arcadia. Era de una inteligencia extraordinaria, dotada por Dios con un talento especial para el saber. Muy versada en literatura griega, se expresaba con una lengua hermosa y una elocuencia admirable, hasta tal punto que los poetas de la época la celebraban en sus versos como si fuera la amada del dios Mercurio. También pretendieron que un hijo que habría tenido con este último y que llegó a ser poeta era obra del dios.

»A causa de ciertos disturbios acontecidos en Grecia, abandonó su país y zarpó hacia Italia con su hijo y otras muchas gentes que la acompañaban en sus barcos. Llegó hasta el río Tíber, en cuya orilla desembarcó, y allí subió hasta la cumbre de una colina que llamó, en honor a su padre, el monte Palatino. En ese mismo lugar, donde había de ser fundada luego Roma con la ayuda de su hijo y de sus gentes, levantó una fortaleza.

»Al descubrir que los hombres de aquel país vivían como salvajes, escribió ciertas leyes para prescribirles que se conformaran al derecho y la razón, como es de justicia. Ella fue la primera en promulgar leyes en un país que resplandecería con tanta fama por haber nacido allí todo el derecho escrito.

»Entre sus muchos talentos, poseía el don de la profecía y adivinó que llegaría un tiempo en que aquella tierra se alzaría como la más noble y famosa del mundo. Le pareció entonces que sería indigno de la grandeza del imperio romano, que había de regir el mundo, emplear los caracteres de un alfabeto bárbaro e inferior, legado por un país extranjero. Iba a revelar a los siglos futuros toda su sabiduría y la excelencia de su genio poniéndose a la tarea de inventar un alfabeto original, cuyos caracteres son muy diferentes de los que se usan en otra parte, es decir, nuestro abecedario, el orden alfabético latino, la ortografía, la distinción entre vocales y consonantes y la base de la gramática. Cuidó que enseñaran este alfabeto al pueblo con el deseo de difundir un descubrimiento de tanta relevancia. No es poco lo que debemos agradecer a esta mujer por haber aportado al mundo algo tan provechoso, y casi puede decirse que nunca se inventó nada tan valioso.

»Los italianos se percataron de tal beneficio y no se mostraron ingratos. El descubrimiento les pareció tan extraordinario que no sólo proclamaron que esa mujer era más grande que cualquier hombre, sino que hicieron de ella una diosa. Celebraron fiestas en su honor durante su vida y después de su muerte le dedicaron un templo al pie de la colina donde vivió. Para su memoria designaron varias cosas con el nombre de la Ciencia que inventó y dieron su nombre a otras muchas. Así llamáronse «latinos» los habitantes de aquella tierra en honor del latín, desarrollado por esa mujer. Como además la palabra latina ita, que significa oui en francés, es la mayor afirmación de la lengua latina, no les bastó con llamar a su país «tierra latina», sino que quisieron que todo aquel vasto territorio con sus dominios y provincias allende los Alpes llevara el nombre de Italia. De su nombre, Carmenta, viene también la palabra latina carmen, que significa «poema», y mucho después de su muerte los romanos llamaron Carmentalis a una de las puertas de la ciudad. Por muy buena fortuna que hayan tenido algunos de sus emperadores, los habitantes de Roma nunca quisieron cambiar este nombre, que aún hoy sigue usándose.

»¿Qué más pides, querida hija? ¿Puede decirse algo más honroso de algún varón? Sin embargo, no vayas a creer que ella haya sido la única mujer en descubrir las varias ramas del saber.

XXXIV
De Minerva, que descubrió varias ciencias, así como el arte de fabricar armaduras de hierro y acero


»Como lo has escrito tú misma en alguno de tus libros, Minerva era una doncella de origen griego a la que dieron el sobrenombre de Palas. Esa virgen era de una inteligencia tan deslumbrante que los necios de su época, que no sabían quiénes eran sus padres, viéndola hacer además unas cosas prodigiosas y nunca vistas, creyeron que era una diosa bajada del cielo. Cuenta en efecto Boccaccio cómo su saber, superior al de las mujeres de su tiempo, asombraba aún más porque se desconocían los orígenes de su familia. Su talento y dotes intelectuales no se limitaban a un solo campo. Gracias a su ingenio inventó un tipo de escritura que servía para reducir el número de letras y poder transcribir las narraciones más largas. Los griegos utilizan aún esta invención, fruto de una mente muy sutil. Asimismo descubrió las cifras y el cálculo, como forma de sumar rápidamente.

»Era tan dotada para la ciencia que encontró técnicas desconocidas, en particular, todo lo que se refiere al arte de hilar y tejer. Fue la primera en pensar cómo esquilar las ovejas, carmenar, peinar y cardar la lana con distintos instrumentos, devanar las madejas sobre brocas de hierro y por fin enroscar e hilarla con el huso. También inventó los telares y la técnica para tejer los paños finos.

»Asimismo, descubrió cómo sacar el aceite prensando aceitunas u otros frutos de la tierra. A ella se debe el arte de fabricar carros y carretas para el transporte. Hizo algo que podría asombrar más todavía a quienes piensen que no está en la naturaleza femenina reflexionar sobre esos asuntos; en efecto, fue ella quien inventó la técnica del arnés y de las armaduras de acero que caballeros y soldados llevan para protegerse en los combates. Brindó la invención a los atenienses, a quienes enseñó también cómo desplegar los batallones y luchar en ordenadas filas. Ella inventó, además, la flauta, la chirimía, la tromba y otros instrumentos de viento.

»Esa mujer, que todo lo abarcaba con la inteligencia, se quedó virgen toda la vida. Aludiendo a su castidad tan ejemplar, los poetas imaginaron en sus fábulas que Vulcano, dios del fuego, se enfrentó con ella en largo combate pero que al final fue ella quien se llevó el triunfo. Venció al dios del fuego, es decir, el deseo carnal que asalta de modo especial a la juventud. Los atenienses la veneraban y adoraban corno a una divinidad, invocándola corno diosa de la guerra y del arte de la caballería, así corno diosa de la sabiduría en honor a su profunda ciencia.

»A su muerte los atenienses levantaron para honrarla un templo, donde erigieron una estatua con la efigie de una doncella que representaba la sabiduría y la caballería. Esa estatua tenía la mirada implacable y aterradora, porque el papel de la caballería es ejecutar las órdenes de la justicia y también porque las intenciones del sabio son misteriosas. Llevaba un yelmo, propio del aguerrido caballero en el campo de batalla, y a su vez porque quedan velados por el secreto los designios de la sabiduría. Iba vestida con una cota de malla, emblema del poder del estado de la caballería, y para significar también que el sabio va siempre armado contra los hados de Fortuna. Llevaba en la mano un asta o lanza muy larga, figura del caballero, que es punta de lanza de la justicia, y del sabio, que lanza muy lejos sus arrojadizas flechas. Llevaba colgado del cuello un gran escudo o tarja de cristal; el escudo simbolizando la defensa caballeresca y el cristal la clarividencia del sabio. En el centro estaba pintada la cabeza de la serpiente Gorgona, porque el caballero tiene que ser astuto como la sierpe para desbaratar los planes de sus enemigos, así como el sabio que sortea todas las trampas. Al lado de la estatua, como vigilándola, colocaron una lechuza, ave nocturna, para significar que de día y de noche el caballero debe andar presto a defender el Estado, lo mismo que el sabio a todas horas vigila la verdad. Durante mucho tiempo esa mujer fue objeto de un gran culto y tan lejos se extendió su fama que le dedicaron templos en varios países, varios siglos después; estando su imperio en pleno apogeo, los romanos colocaron la imagen de Minerva junto a los dioses del Panteón.

XXXV
De la reina Ceres, que inventó el arte de labrar la tierra y otras muchas artes


»Gracias a su inteligencia, Ceres, que reinó en Sicilia en la más remota antigüedad, tuvo el privilegio de ser la primera en descubrir las técnicas agrícolas así como los instrumentos de cultivo. Enseñó a sus súbditos a domar y criar a los bueyes salvajes para uncirlos con el yugo. Inventó, asimismo, el arado y enseñó a su pueblo todas las técnicas de la labranza, como la cuchilla forjada en hierro para surcar la tierra.

»Luego les enseñó el arte de la siembra, cómo cubrir el grano cuando ha germinado y brotado, cómo cortar el trigo, arrancar cizaña de la mies trillando las espigas con el mayal. Les mostró luego cómo moler el grano entre gruesas piedras, construir molinos, y hasta cómo preparar la harina y amasar el pan. Así esa mujer enseñó a los hombres que vivían como bestias salvajes comiendo bellotas y bayas, a alimentarse de una forma más digna.

»Ceres hizo más aún: cuando las gentes de su época seguían viviendo como nómadas esparcidos entre bosques y yermos, errando como animales, los llevó a juntarse en comunidades, enseñándoles a construir casas y ciudades donde pudieran convivir. Gracias a esa mujer, el mundo se alejó del estado salvaje y rústico para adoptar los modos de vida propios de la urbanidad, es decir, racionales y civilizados. Los poetas crearon el mito del rapto de Ceres por Plutón, dios del infierno, pero sus coetáneos la veneraron por haberles brindado tantos beneficios y la invocaban como a la diosa de los cereales.
"Fratriarcado es también toda defensa que las mujeres realizan de los pactos entre varones, sin reparar en que ellas no están incluidas." Rosa M. Rodríguez Magda

Báthory

XXXVI
Donde se trata de Isis, que inventó el arte de los jardines


»Isis fue reina de Egipto. Fue para los egipcios, que la veneraban como una diosa, objeto de una devoción especial por sus conocimientos de la técnica de la agricultura. Cuentan los poetas de sus amores con Júpiter, que la transformó en vaca, y tras nueva metamorfosis la devolvió a su forma primera, como tú misma lo has glosado en tu Epístola de Othéa. Eso es una ficción alegórica para representar su inmenso saber, como el sistema simbólico que enseñó a los egipcios para anotar de forma abreviada su complejo lenguaje.

»Isis era hija de Inacos, rey de los griegos, y hermana del sabio Foroneo. Con este mismo hermano abandonó Grecia para quedarse en Egipto, donde enseñó el arte de los jardines y del cultivo de las plantas, así como la técnica del injerto. Promulgó leyes justas que para los egipcios, que vivían entonces de forma rústica e incivilizada, casi como animales, supusieron el respeto por la justicia y el inicio de una sociedad más pulida.

»Resumiendo, dio a Egipto tantas pruebas de su ingenio que no sólo llegó a ser objeto de culto allí, sino que su fama dio la vuelta al mundo, y estando aún Roma en la cima del poder, sus habitantes le dedicaron un templo, donde le hacían ofrendas y celebraban sus misterios según el rito egipcio.

»De Apis, su esposo, decían erróneamente que era hijo de Júpiter y de Níobe, pero Níobe era hija de Foroneo, como lo atestiguan las crónicas.

XXXVII
De cuántos beneficios trajeron aquellas mujeres al mundo


-Lo que acabo de oíros, Señora mía, me deja admirada. ¡Tantos beneficios logrados para el mundo, gracias a la inteligencia de las mujeres! Los hombres, sin embargo, suelen afirmar que el saber femenino no tiene ningún valor, y es un tópico oír decir cuando se habla de alguna necedad: «¡De una mujer tenía que ser esa idea!». En resumen, la opinión común a todos los hombres es que las mujeres nunca sirvieron para otra cosa que para traer hijos e hilar la lana.

-Ahí se ve la ingratitud de quienes hablan así. Tan ingratos son como los que viven del bien ajeno, que como no saben de dónde viene su dinero nunca se les ocurre dar las gracias a nadie. Ahora puedes comprender cómo Dios, que no hace nada que no sea razonable, ha querido mostrar a los hombres que no tiene en menor estima al sexo femenino que al varonil. Se ha complacido en conceder a las mujeres tantas facultades intelectuales que su inteligencia no solo es capaz de comprender y asimilar las ciencias sino de inventar algunas nuevas de tal provecho para la humanidad que resultaría difícil encontrar otras más útiles. Recuerda el ejemplo de Carmenta, de la que hablamos hace poco. Ella Inventó el alfabeto latino y Dios se mostró tan favorable a este descubrimiento que su uso se ha extendido por todas partes, ahogando casi la fama de la escritura hebraica y de la griega, que tanta preeminencia tuvieron antes. Europa casi entera -es decir, gran parte de los países del mundo- lo utiliza, y con estos mismos caracteres se han escrito una cantidad infinita de textos de todas las disciplinas donde tanto brilla la memoria de los hechos de los hombres como la gloria divina, las artes y la ciencia. Que no se me diga que mi argumentación es parcial, porque yo retomo a Boccaccio, cuya autoridad es indiscutible.

»Así, ten por cierto que el bien que hizo Carmenta es inmenso, porque fue gracias a ella por lo que los hombres, aunque no lo quieran reconocer, pasaron de la ignorancia a la cultura. También gracias a ella poseen el medio de enviar, tan lejos deseen, sus más secretos pensamientos, comunicar a cualquier parte todo lo que deseen. Por el mismo medio, llegan a conocer el pasado y el presente, e incluso a veces algo del futuro. Gracias al descubrimiento de esa mujer, los hombres pueden concluir acuerdos y trabar amistad con personas lejanas, e incluso sin haberse visto jamás, mantener correspondencia para llegarse a conocer. En resumen, no se alcanza a decir todo el bien que debemos a la escritura y por tanto a los libros y cuantas cosas describen y dan a conocer y comprender: Dios, el cielo, la tierra, el mar, los seres y las cosas del universo. Ahora te pregunto: ¿Hubo alguna vez algún hombre al que se deba más?

XXXVIII
Vuélvese sobre lo mismo


»Te preguntaría también si ha habido un hombre que hiciera tanto por la humanidad como la reina Ceres, de la que te hablé hace poco. ¿Cómo puede lograrse la fama de forma más honrosa que llevando a hombres bárbaros y nómadas, que vivían en los bosques como fieras sin conocer la justicia, a poblar ciudades donde viven respetando la ley? Ella los proveyó, además, con un alimento mejor que las bayas y bellotas, el trigo, que vuelve el cuerpo más hermoso y lozano, los miembros más robustos y ágiles, porque es una comida más adaptada a las necesidades de la especie humana. ¿Qué más digno de elogio que desbrozar una landa llena de cardos, espinos y arbustos salvajes, labrar esta tierra, sembrarla y cambiar un campo sin domesticar en tierra franca, cultivada para el bien común? Esta mujer enriqueció la naturaleza humana y la llevó de la inculta barbarie a una sociedad civilizada y urbana, sacando de las tinieblas de la ignorancia las perezosas mentes de aquellos vagabundos, para que accedieran a las tareas más nobles y las formas más elevadas del pensamiento. Al organizar los trabajos de la agricultura, hizo posible la vida en las ciudades y aseguró que tuvieran alimento aquellos habitantes de la ciudad que se dedican a otras labores igualmente necesarias.

»Otro tanto puede decirse de Isis en el arte de los jardines. ¿Cómo medir el beneficio que aportó al mundo saber desarrollar un método para injertar los árboles frutales y cultivar plantas y especias, tan útiles para la alimentación?

»Y ahora, querida Cristina, recuerda a Minerva, cuyo ingenio proporcionó a la humanidad tantas cosas necesarias, como ropa de lana cuando los hombres vestían las pieles de los animales o como saber hacer carros y carretas cuando todo había que transportarlo con la única fuerza de los brazos. ¡Y cómo comparar la cota de malla, armadura hermosa y resistente, que enseñó a fabricar a los nobles para proteger sus cuerpos en la guerra, con las tiras de cuero que llevaban antes!

Yo dije entonces:
-Señora, ahora entiendo mejor que antes por qué hablasteis de la enorme ingratitud e ignorancia de los hombres que hablan mal de las mujeres. Ahora veo que ellas han colmado de bienes a los hombres y ellos los han aceptado y aún siguen las mujeres prodigando su generosidad. ¡Que callen ya! ¡Que se callen para siempre esos clérigos que hablan mal de las mujeres, esos autores que las desprecian en sus libros y tratados, y que se mueran de vergüenza todos sus aliados y cómplices por lo que se han atrevido a decir, al ver cómo la verdad contradice lo que sostienen! La noble Carmenta ha sido para ellos como una maestra de escuela -esto no lo pueden negar-, les enseñó la lección que tanto orgullo y altivez les da saber, quiero decir las letras del alfabeto latino.

»¿Qué dicen los nobles que, en contra de toda caballerosidad, atacan en tono vehemente a las mujeres? Que guarden silencio ahora y sepan que todo el arte militar que tanto les enorgullece, como disponer batallones en ordenadas filas, todo, hasta la armadura que llevan, se lo deben a una mujer. Si todos esos hombres que labran el campo, se alimentan de pan y trigo, y viven en ciudades conforme al Estado de derecho pensaran en el provecho que recibieron gracias a las mujeres, ¿podrían permitirse condenarlas y despreciarlas como tantos hacen? Claro que no, porque fueron mujeres, es decir, Ceres, Isis, Minerva, quienes les proveyeron con estas cosas de las que disponen libremente para toda su vida. ¿Son de poca monta esas cosas? Por supuesto que no, y me parece, Señora, que la filosofía de Aristóteles, que goza de tanta estima y con razón por su importancia para la inteligencia humana, o la de otros filósofos no han aportado tantas ventajas a la humanidad como las invenciones debidas al ingenio de aquellas mujeres.

-No fueron las únicas -me dijo-, hubo algunas más; te las citaré.

XXXIX
De la joven Aracne, que inventó el arte de teñir la lana, de fabricar tapices, así como de cultivar y tejer el lino


»Como te decía, no sólo por mediación de aquellas mujeres Dios ha dotado a la humanidad con muchas nobles artes, sino que el talento creativo ha resplandecido en otras, como en una joven llamada Aracne, que venía de Asia y era hija de Idmón de Colofón. Su ingenio era prodigioso; inventó el procedimiento de teñir las madejas de lana de distintos colores para tejer tapices como si se tratara de pintar, gracias a la técnica del lizo, es decir, dividiendo el estambre en finos hilos. Era muy hábil en el arte de tejer, y cuenta la fábula de su rivalidad con Palas, que por despecho la transformó en araña.

»Esta mujer descubrió unas artes más útiles aún como las del cultivo y recogida del lino y del cáñamo: cómo dejarlos enfriar en la alberca, como agramar y rastrillados para separar las fibras y luego, por fin, hilar con la rueca y tejer la tela. Me atrevo a afirmar que estas técnicas resultaron indispensables para la humanidad aunque haya hombres que desprecian a las mujeres por practicar estas artes.

»A Aracne también se le debe el invento de las redes de pescar y de los lazos y trampas para el venado y otras fieras de caza mayor, así como las destrezas para coger pájaros, conejos y liebres con unas técnicas antes desconocidas. Me parece que no fue poco el servicio prestado por esa mujer a la humanidad, dotándola de las artes de la caza y la pesca, tan placenteras como provechosas.

»Es verdad que ciertos autores, entre los cuales se encuentra el poeta Boccaccio, a quien debemos este relato, sostienen que cuando los hombres comían bellotas y bayas silvestres e iban vestidos con las pieles de los animales era una edad más feliz que la nuestra, que ha aprendido a vivir con mayor refinamiento. Pese a Boccaccio y a quienes opinan como él que el descubrimiento de técnicas que mejoran la alimentación y el bienestar del cuerpo humano fue una desgracia para el mundo, yo, en cambio, afirmo que cuantos más beneficios y dones depara Dios al mundo mayor es nuestra obligación hacia Él. Pienso además que si se hace mal uso de los bienes y facilidades que el Creador ha dispuesto para el hombre y la mujer, no se debe a estas cosas que de por sí son buenas y provechosas, sino a la perversidad de quienes hacen tan mal uso de ellas.

»Cristo mismo nos dio ejemplo utilizando cosas excelentes como el pan, el vino, el pescado, la ropa de lino teñido de color, todos recursos indispensables que no habría utilizado si fuese mejor vivir de bellotas y bayas silvestres. Pagó, además, gran tributo al arte de Ceres cuando bajo la especie del pan dio en el rito de la comunión su glorioso cuerpo a hombres y mujeres.

"Fratriarcado es también toda defensa que las mujeres realizan de los pactos entre varones, sin reparar en que ellas no están incluidas." Rosa M. Rodríguez Magda

Fahrenheit

Ay, omá... las etimologías se las medio inventa, pero bueno, como dice la traductora en nota, en la Edad Media la etimología de una palabra solía «acomodarse» a los intereses del escritor.

Y tengo que corregirle una cosa: Plutón no raptó a Ceres, sino a su hija Perséfone.
El foro de www.lesbianas.tv ha muerto. ¡Larga vida al nuevo foro!

Átropos

Jo, se me acumulan los capítulos, este tipo de lecturas me cuestan un poquito, ¡pero lo terminaré!
"Everything is political when you're a woman"