El mundo natural para las personas, no es el mundo en el que vivimos, normalmente el mundo natural, la naturaleza esencial se basa en la energía sensitiva. El mundo que no es natural se lleva a cabo por medio de la energía automática, una energía inferior. Nuestros ojos miran, pero no vemos, los oídos oyen, pero no escuchamos, nuestras mentes asocian, pero no pensamos. En esta energía caminamos, conducimos, trabajamos, comemos, amamos, dormidos por influencias lejanas a nuestra verdadera naturaleza.
Lo que llamamos el trabajo es la alquimia de la transformación interna, la posibilidad de viajar del mundo innatural al mundo natural, de un estado inferior a uno superior. Ser capaz de pensar, sentir y actuar con mayor libertad. Experimentar esto es entrar en un mundo interno que no es un sueño, pudiendo concentrar una energía que nos lleva a ese mundo donde la elección es posible.
El movimiento no ha de ser físico, sino de un plano de existencia a otro. Gracias a este movimiento podemos obtener el material para comprender nuestro verdadero potencial humano.
El trabajo con los movimientos y las danzas nos permiten entrar en contacto con esa energía sensitiva, que hace que seamos más sensibles al funcionamiento de la mente, los sentimientos y el cuerpo, nos volvemos capaces de adentrarnos en la energía automática sin que la inercia de esta nos atrape, esto es lo que Gurdjieff llamaba «recordarse a uno mismo» La profundidad y coherencia de la conciencia.
Los Movimientos, pueden considerarse como un lenguaje en el sentido de que, mediante gestos simbólicos y otros signos, posturas y desplazamientos, expresan leyes cósmicas que son difíciles de percibir a través de nuestros sentidos ordinarios e incluso están más allá del alcance de nuestra comprensión actual.
Liberan canales de energía desconocidos, que se abren ante nosotros, rompiendo barreras y suavizando los baches a través de los cuales la energía acostumbra a fluir.