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Cuentos para pensar

Iniciado por jade, Enero 26, 2019, 03:02:02:48 AM

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Xena

No hay que conformarse ni menospreciarnos. La mayoría de cosas se consiguen si uno se lo propone.

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jade, ha tenido gracia lo del Águila, que va volando y se le desprende un huevo.  sdsfgfg sdsfgfg sdsfgfg, aún me estoy riendo.

jade

Cita de: Xena en Febrero 19, 2019, 03:21:21:13 AM
No hay que conformarse ni menospreciarnos. La mayoría de cosas se consiguen si uno se lo propone.

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jade, ha tenido gracia lo del Águila, que va volando y se le desprende un huevo.  sdsfgfg sdsfgfg sdsfgfg, aún me estoy riendo.


Sí, el primer párrafo, es total.  sdsfgfg

Hay que confiar en uno mismo. Porque no importa quién eres sino lo que crees que eres.
La opinión que tienes de ti y de tus capacidades.

No vemos el mundo como es sino como somos.

jade

Anticipación


La historia habla de un anciano internado en un geriátrico, de su hijo, un importante directivo de una empresa multinacional, y de su nieto, un adorable muchacho que ama a su abuelo.

El relato comienza un día en el que el joven pasa por la oficina de su padre. La secretaria lo anuncia y lo hace pasar.

—¿Qué necesitas? —pregunta el padre, de un modo bastante hostil—. ¿Otra vez te has metido en problemas? Porque si estás aquí...

—Yo no necesito nada —contesta el joven, un poco desafiante—. Ya te he dicho que no pienso pedirte nada más si lo puedo evitar. El tema es el abuelo.

—¿Qué pasa con tu abuelo? Seguro que está bien; si no, ya me hubieran avisado.

—Te han llamado tres veces del geriátrico, pero no reciben respuesta. Les dicen que estás ocupado.

—Y es la verdad... Será alguna tontería. Le diré a mi secretaria que llame.

—Ya lo he averiguado yo —dice el joven—. El abuelo necesita que le mandes un pequeño calefactor, para su cuarto.

—¡¿Un calefactor?! —vocifera el hombre a gritos—. Con el calor que hace, por favor.

—He estado allí, papá... El lugar es bastante fresco y el abuelo pasa demasiado tiempo quieto. De todas maneras, es el abuelo quien dice que siente frío.

—Mira, yo no trabajo como trabajo para tirar el dinero —dice el padre—. Si necesita un calefactor, que se lo den en el geriátrico, que para eso me cobran cada mes la fortuna que me cobran...

Y si te parece que debes ocuparte de su temperatura, puedes comprarle al abuelo una manta con tu paga.

El joven sale de la oficina sin decir una palabra. Esa noche, cuando el padre llega a casa, ve al muchacho tendido en la sala con una manta extendida sobre la alfombra. Para su sorpresa, está cortándola por la mitad.

—¿Esta no será la manta que has comprado para tu abuelo? —le dice.

—Sí —contesta el joven, casi sin mirarlo.

—¿Y por qué la cortas por la mitad?

—Anticipación —contesta el joven.

—No te entiendo —dice el padre—. ¿Anticipación de qué?

—Sí —responde el joven, mientras sigue con su tarea—. Voy a llevar al geriátrico una mitad de la manta. La otra la guardaré para ti... para cuando tengas su edad.

No vemos el mundo como es sino como somos.

Xena

Este cuento es muy bueno ... gran lección del hijo al padre.  Se recoge lo que se siembra !!!

ghjkghjkj Deberíamos de aprender todos de ese ejemplo.

jade

Así es, Xena.

El referente de los hijos, son los padres. Deben dar ejemplo.
Y sobre todo inculcar el respeto hacia nuestros mayores.
No vemos el mundo como es sino como somos.

Amapola



Conozco un cuento parecido, quizás es otra versión de la misma historia:

El Tazón De Madera Del Abuelo

El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.

La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación.

"Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo".

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida la servían en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: "¿Qué estás haciendo hijito?". Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ahh, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos". Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas.

Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de sus hijos. Seamos entonces constructores sabios y modelos a seguir.

He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, siempre los vas a extrañar cuando ya no estén contigo.

He aprendido que aún cuando me duela, no debo estar solo.

He aprendido que aún tengo mucho que aprender.

"La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca como la hiciste sentir."






Lesly

Érase una vez una tortuga verde que iba caminando por su camino tranquilamente. Se encontraba otras tortugas que le decían que era muy guapa, que andaba muy bien que les encantaría caminar con ella. Pero ella caminaba sola y cada vez que se encontraba con otra se sentía crecer.

Un día se encontró otra tortuga azul que estaba a un lado del camino. Al lado de la tortuga azul había un globo aerostático. La tortuga azul invitó a la verde a subirse al globo aerostático. Le dijo que podían llegar hasta la luna con el globo. La tortuga verde pensó que desde el globo vería a las demás tortugas desde una perspectiva superior. Así que se subió al globo. La tortuga azul iba hinchando el globo. La tortuga verde se sentía la diosa del mundo, viendo a todas las tortugas a sus pies.

La tortuga verde se dio  cuenta de que llegar a la luna significaba dejar la tierra y perder a todas sus amigas tortugas. Así que le dijo a la tortuga azul que quería regresar al suelo, que ya había tenido bastante. A lo que la tortuga azul respondió que sólo era posible regresar pinchando el globo, con el consiguiente riesgo de caída en picado y muerte.

La tortuga verde pinchó el globo, pero no murió en su caída porque cayó sobre otras tortugas lastimándolas. Algunas de esas tortugas eran amigas suyas. La tortuga verde se arrepintió de haber subido a ese globo. Hubiera preferido caer sobre el duro suelo sin lastimar a nadie. Pero eso ya no era posible, así que siguió su camino con la pesadumbre de haber hecho las cosas como el culo.

Xena

Úngulo el gato mentiroso.

Úngulo era un regordete gato siamés que solía cortarse el pelo una vez a la semana.

El pelo le crecía rápidamente. No le sucedía lo mismo a sus uñas. No le crecían nada y, claro, Úngulo se sentía muy mal.

En la peluquería hablaba con Roberto, el oso peluquero:


- No logro entender por qué no puedo tener una uñas largas como el resto de los felinos.

- Lo pasarás fatal cuando quieras rascarte –le dijo Roberto.

- Utilizo un cepillo de dientes que me dio Rufo, el cocodrilo, aunque no es lo mismo.

Roberto, mientras le arreglaba el pelo al gato, le comentó:

- Recuerdo que, siendo todavía osito, oía contar a mi abuelo la historia de un tigre mentiroso, pero que muy mentiroso, al que no le crecían las uñas por su falta de sinceridad.

- Bueno, pero yo no soy ningún tigre. Y tampoco digo mentiras –contestó rápidamente Úngulo algo enfadado.

- No te pongas así, gato desuñado. Lo cierto es que el tigre de aquella historia estuvo una semana sin decir mentiras y sus uñas volvieron a salir.

"¡Qué suerte, uñas largas y afiladas como cuchillos!" –pensó Úngulo.

El peluquero terminó su trabajo echándole un poco de colonia al pelaje del gato.

- Hasta dentro de siete días, Roberto.

El gato se fue a su casa y no salió a la calle en toda una semana, ni siquiera a comprar pescado.

Pasado este tiempo, llegó el día de su visita a la peluquería. Úngulo lucía unas uñas estupendas.

- ¿Estarás muy contento con tus nuevas uñas? –le preguntó el oso.

- ¡Ya lo creo!, ahora ya no me falta nada. Soy el más guapo, elegante y refinado de todo el pueblo.

- Por cierto, esta semana no se te han visto los bigotes por el barrio...

- Es que tenía muchas cosas que hacer en casa y... –dudó un momento– y... además... he estado enfermo.

Roberto, sin hablar de nada más terminó su faena con el gato.

A la hora de pagar, Úngulo dijo que no llevaba dinero encima, que ya le pagaría la semana siguiente.

Al instante sus uñas desaparecieron y se puso muy colorado.

-¿Qué me sucede? –comentó muy nervioso el gato tocándose sus almohadillas desnudas.

- Sabes, gato... –le dijo el oso peluquero–, no terminé de contarte la historia del tigre. La uñas del tigre, cuando volvía a mentir, decrecían como le ha ocurrido a las tuyas. Y debía de pasar otra semana sin decir mentiras para que nacieran de nuevo.

- Ahora págame y la próxima semana, si no dices mentiras, sacaré brillo a tus uñas.

El gato Úngulo le pagó a Roberto, el oso peluquero y, sonrojado de vergüenza, salió de la peluquería con el propósito de no mentir nunca jamás.

menina

Cita de: Lesly en Febrero 26, 2019, 15:14:14:07 PM
Érase una vez una tortuga verde que iba caminando por su camino tranquilamente. Se encontraba otras tortugas que le decían que era muy guapa, que andaba muy bien que les encantaría caminar con ella. Pero ella caminaba sola y cada vez que se encontraba con otra se sentía crecer.

Un día se encontró otra tortuga azul que estaba a un lado del camino. Al lado de la tortuga azul había un globo aerostático. La tortuga azul invitó a la verde a subirse al globo aerostático. Le dijo que podían llegar hasta la luna con el globo. La tortuga verde pensó que desde el globo vería a las demás tortugas desde una perspectiva superior. Así que se subió al globo. La tortuga azul iba hinchando el globo. La tortuga verde se sentía la diosa del mundo, viendo a todas las tortugas a sus pies.

La tortuga verde se dio  cuenta de que llegar a la luna significaba dejar la tierra y perder a todas sus amigas tortugas. Así que le dijo a la tortuga azul que quería regresar al suelo, que ya había tenido bastante. A lo que la tortuga azul respondió que sólo era posible regresar pinchando el globo, con el consiguiente riesgo de caída en picado y muerte.

La tortuga verde pinchó el globo, pero no murió en su caída porque cayó sobre otras tortugas lastimándolas. Algunas de esas tortugas eran amigas suyas. La tortuga verde se arrepintió de haber subido a ese globo. Hubiera preferido caer sobre el duro suelo sin lastimar a nadie. Pero eso ya no era posible, así que siguió su camino con la pesadumbre de haber hecho las cosas como el culo.



que interesante cuento .....

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menina


Xena

LA PRINCESA BUSCA MARIDO (Jorge Bucay)

Había una vez una princesa, que quería encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegiría marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía, sin separarse ni un solo día. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frío la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad, cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue.

Habían empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los fríos, y solamente quedó un joven.Todos los demás se habían ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valía la pena. Solamente éste joven que había adorado a la princesa desde siempre, estaba allí, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 días.
La princesa que había despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo había espiado en Octubre, había pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le había dejado un poco de agua y un poco de comida, le había visto los ojos y se había dado cuenta de su mirada sincera. Entonces le había dicho al rey:

- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.

El rey se había puesto contento y comenzó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 días, lo esperaba en el palacio porque quería hablar con él.

Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero. El 31 de Diciembre, el día después de haber pasado las 364 noches y los 365 días allí, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:

- Hijo querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, 365 días y el último día te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un día más?

Y el hijo contestó:

- ¿Sabes madre? Me enteré que me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una sola noche de sufrimiento no merece de mi Amor, ¿verdad madre?

Cuando estás en una relación, y te das cuenta de que pudiendo evitarte una mínima parte de sufrimiento, el otro no lo hace, es porque todo se ha terminado.


jade

Este cuento lo conocía y me encanta. Qué clase de amor es ese que, viendo que sufres y estando en su mano evitarlo, te deja ahí padeciendo.
No vemos el mundo como es sino como somos.

jade

El miedo del león

En una lejana sabana africana, andaba perdido un león. Llevaba más de veinte días alejado de su territorio y la sed y el hambre lo devoraban. Por suerte, encontró un lago de aguas frescas y cristalinas. Raudo, corrió veloz a beber de ellas para así, paliar su sed y salvar su vida.

Al acercarse, vio su rostro reflejado en esas aguas calmadas.

– ¡Vaya! el lago pertenece a otro león – Pensó y aterrorizado, huyó sin llegar a beber.

La sed cada vez era mayor y él sabía que de no beber, moriría. A la mañana siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago. Igual que el día anterior, volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa del pánico, retrocedió sin beber.

Y así pasaron los días con el mismo resultado. Por fin, en uno de esos días comprendió que sería el último si no se enfrentaba a su rival. Tomó finalmente la decisión de beber agua del lago pasara lo que pasara. Se acercó con decisión al lago, nada le importaba ya. Metió la cabeza para beber ... y su rival, el temido león ¡desapareció!
No vemos el mundo como es sino como somos.

Xena

Cita de: jade en Marzo 08, 2019, 23:31:31:38 PM
Este cuento lo conocía y me encanta. Qué clase de amor es ese que, viendo que sufres y estando en su mano evitarlo, te deja ahí padeciendo.
Pues un amor de los que no merecen la pena.
Si ante semejante prueba ella no reaccionó y le dejó sufrir de esa cruel manera...  qué otras cosas no  es capaz de hacer, ya no sólo en el amor sino como persona.

jade

Cita de: Xena en Marzo 08, 2019, 23:50:50:14 PM
Pues un amor de los que no merecen la pena.


Claramente no era amor, al menos como yo lo entiendo.
Esta princesa era una narcisista.
No vemos el mundo como es sino como somos.