Menú Principal

Poesí­a de otros

Iniciado por Fahrenheit, Junio 27, 2014, 17:27:27:08 PM

Tema anterior - Siguiente tema

Fahrenheit

Para que compartamos aquí­ poemas que nos gusten, de autorí­a ajena (se puede abrir otro hilo de poesí­a de las usuarias para compartir nuestras creaciones... Bueno, las creaciones de la que quiera, que yo poesí­a no escribo, no se me da :p ).

"Caminos del espejo", de Alejandra Pizarnik (me encanta esta mujer).

I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.

II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde
filoso de la noche.

III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.

IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.

V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí­ la ofrenda, el ramo que abandona
el viento en el umbral.

VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.

VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos frí­os.

VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebí­a, recuerdo.

IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.

X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé.
Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.

XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.

XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola.
Hay alguien aquí­ que tiembla.

XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.

XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.

XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy.
Peregrina de mí­, he ido hacia la que duerme en un paí­s al viento.

XVI
Mi caí­da sin fin a mi caí­da sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba
no vi otra cosa que a mí­ misma.

XVII
Algo caí­a en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me referí­a al alba luminosa.

XVIII
Flores amarillas constelan un cí­rculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.

XIX
Deslumbramiento del dí­a, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra
la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo,
he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.
El foro de www.lesbianas.tv ha muerto. ¡Larga vida al nuevo foro!

BlueJayWay

Autocastigo

No sé donde leí­
que en el invierno más terrible
hay un verano invencible,
algo así­ deben ser
mis noches de autocastigo,
de soñar contigo,
de esa clase de inviernos
quiero pensar que está
hecha  mi sonrisa insomne,
la nada de mis bolsillos,
a lo mejor de esos inviernos está
trazado el contorno del abismo
del que hablan los laureados
malditos,
los poetas de mierda,
aunque lo más probable
es que solo sean eso,
un puñado de versos destinados
al que sabe que su invierno
no dará paso a ninguna florida
primavera y que esta no precederá
a ningún verano invencible.

Kutxi Romero
Cuando una persona tóxica no pueda controlarte
buscará controlar la forma en la que los demás te ven.

Kodi

Hace poco me regalaron un libro de Carlos Salem. Aquí­ uno de sus poemas, "rememorando" al gran Ángel González:

Que dirí­a González

Algunos lunes me levanto pero sigo tumbado por dentro.
O admito que me conozco demasiado y no me quiero ver despierto.

Esos dí­as con redacción de ultimátum para nadie,
que nacen atardeciendo, y sin tenerte a mano de mis manos,
cuando me pesan los años, y me aplastan los destierros.

Nada grave, que dirí­a don Ángel.
La vida, la muerte. Nada grave.

Jornadas en las procuro olvidar quien fui o como me llamo,
enemigo a muerte de mi mismo por sólidos motivos,
emboscadas en las que no te escribo ni te busco temprano.

Esos dí­as, que saben a sopa de ceniza y tienen el color de mi colada,
salta la alarma en tu instinto de gacela con garras de pantera y llamas,
con esa voz que me lame las angustias, y  me cambia las mañanas.

Nada grave, que dirí­a González.
El tiempo, el amor. Nada Grave.

Digamos que hoy me levanté otoñal,
pero hablé un rato contigo
y ya tengo los bolsillos llenos de veranos.

Cuando quieras/puedas
ven a buscarlos.

Atenea79

Tan arduamente el mar...

Tan arduamente el mar,
tan arduamente,
el lento mar inmenso,
tan largamente en sí­, cansadamente,
el hondo mar eterno.
Lento mar, hondo mar,
profundo mar inmenso...

Tan lenta y honda y largamente y tanto
insistente y cansado ser cayendo
como un llanto, sin fin,
pesadamente,
tenazmente muriendo...

Va creciendo sereno desde el fondo,
sabiamente creciendo,
lentamente, hondamente, largamente,
pausadamente,
mar,
arduo, cansado mar,
Padre de mi silencio.

Idea Vilariño
Soy... una... M.A.N.Z.A.N.A

Atenea79

Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.

Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.

Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mí­a, bebo
sin cesar la raí­z de mi propia existencia.

Pero tú ignoras cuánto
la cercaní­a de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí­ mismo
me reduce a la sombra.

Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.

No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi lí­mite.
Y yo la imagen
de mí­ feliz, que tú me has dado.

José Ángel Valente
Sé tú mi lí­mite
Soy... una... M.A.N.Z.A.N.A

Atenea79

En el fondo...

Todos somos perros de la noche
que se olisquean y se lamen y se aparean
hasta encontrar en una boca la boca
que anule todas las anteriores
y ser entonces
de ella
mansedumbre
o desperfecto o crucigrama.

Isabel Tejada Balsas. (El Alma Irreversible)
Soy... una... M.A.N.Z.A.N.A

Atenea79

Tu también estás en lo ajeno...


En sus alas
     y
                   en su fraude.


Isabel Tejada Balsas*



*Enamorada me hallo.
Soy... una... M.A.N.Z.A.N.A

Manufactura

Autora: Idea Vilariño


Ya no

Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí­
más que tú.

Ya no estás
en un dí­a futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.

No volveré a tocarte.
No te veré morir.

Átropos

Un dí­a y otro dí­a y otro dí­a.
No verte.

Poderte ver, saber que andas tan cerca,
que es probable el milagro de la suerte.
No verte.

Y el corazón y el cálculo y la brújula,
fracasando los tres. No hay quien te acierte.
No verte.

Miércoles, jueves, viernes, no encontrarte,
no respirar, no ser, no merecerte.
No verte.

Desesperadamente amar, amarte
y volver a nacer para quererte.
No verte.

Sí­, nacer cada dí­a. Todo es nuevo.
Nueva eres tú, mi vida, tú, mi muerte.
No verte.

Andar a tientas (y era mediodí­a)
con temor infinito de romperte.
No verte.

Oí­r tu voz, oler tu aroma, sueños,
ay, espejismos que el desierto invierte.
No verte.

Pensar que tú me huyes, me deseas,
querrí­as encontrarte en mí­, perderte.
No verte.

Dos barcos en la mar, ciegas las velas.
¿Se besarán mañana sus estelas?

Gerardo Diego
"Everything is political when you're a woman"

Anabel

Cayó sobre tu espalda
la llama de tu pelo,
y quemó la blancura
su ondulación de fuego.

Entre los áureos rizos,
por el amor deshechos,
yo vi calientes, húmedos,
brillar tus ojos negros.

Sin desmayar, erguidos,
redondos, duros, tersos,
temblaron los montones
de nieve de tus pechos.

Y de amor encendida,
estremecido el cuerpo,
con amorosa savia
sus rosas florecieron.

El clavel de tus labios
brindaba miel de besos,
y fue mi boca ardiente
abeja de sus pétalos.

De la crujiente seda,
que resbalara al suelo,
emergió su blancura
tu contorno supremo.

Y al impulso movido
de ardoroso deseo,
se cimbró entre mis brazos
y quedó prisionero.

Me abrasaban tus ojos.
Me quemaba tu aliento.
Y apagó las palabras
el rumor de tus besos.


Enrique Mesa

Maria

Tengo la boca amarga y no he mordido;
el alma, atroz, y la canción, tronchada.
No sé qué fuerza traigo en la mirada,
ni qué traigo en mi cuello, de vencido.

No sé ni cómo ni por qué he venido.
Esto es todo: llegué; no sé más nada.
No me importa el quehacer ni la jornada,
y me da igual herir que ser herido.

La sangre, a punto, se impacienta y arde
por inundar la alcoba a la que vine,
donde fui tan feliz que fui cobarde.

Sólo pido al amor que no se obstine.
Me sentaré a su orilla cualquier tarde
para que alguien, de paso, me termine.

Antonio Gala

Maria

No te des por vencido ni aun vencido.
no te sientas esclavo ni aun esclavo
trémulo de pavor piénsate bravo
y arremete feroz ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora
o como lucifer que nunca reza
o como el robledal cuya grandeza
necesita el agua y no la implora.

¡que muerda y vocifere, vengadora
ya rodando en el polvo tu cabeza!

Pedro Bonifacio Palacios "Almafuerte"

Átropos

Cuando se está como yo
más cerca del fin
que del principio.

Cuando pensaba que ya no se trataba de vivir
sino de salvar la memoria
de lo vivido.

Despertarse cada noche
asaltado por la pasión tardí­a,
patético siervo del amor, esclavo del deseo,
mudo de pánico y descontento,
triste, insomne.

¿Deberí­a recordarme que soy
más viejo que joven,
que mi humor es ya sólo sarcasmo,
desenfado que no engaña a la tristeza...?

Sé que te amo, como puede amarse
contra toda razón,
desesperadamente....
pero cuando llega la feroz noche, la noche cruel,
después de despedirnos,
desesperado y cansado,
feliz,
quizá esperanzado
llegan los fantasmas susurrantes.


Triste yo
que sólo tengo esperanzas,
que sólo tengo deseos,
que al fin quizá ame la nada.


Anónimo.
"Everything is political when you're a woman"

Maria

Yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del sol-,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo el ama de nardo del árabe español.

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando un beso y un nombre de mujer.

En mi alma, hermana de la tarde, no hay contornos...
y la rosa simbólica de mi única pasión
es una flor que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.

Besos, ¡pero no darlos! Gloria... ¡la que me deben!
¡Que todo como un aura se venga para mí­!
Que las olas me traigan y las olas me lleven
y que jamás me obliguen el camino a elegir.

¡Ambición!, no la tengo. ¡Amor!, no lo he sentido.
No ardí­ nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve... Ya lo he perdido
Ni el vicio me seduce, ni adoro la virtud.

De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo.
No se ganan, se heredan elegancia y blasón...
Pero el lema de casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.

Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme
lo que hago por vosotros hacer podéis por mí­...
¡Que la vida se tome la pena de matarme,
ya que yo no me tomo la pena de vivir!...

Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna.
¡El beso generoso que no he de devolver!

Manuel Machado

Maria

Tú tienes, para mí­, todo lo bello
que cielo, tierra y corazón abarcan;
la atracción estelar ¡de esas estrellas
que atraen como tus lágrimas!;

La sinfoní­a sacra de los seres,
los vientos, los bosques y las aguas,
en el lenguaje mudo de tus ojos
que, mirándome, hablan;

Los atrevidos rasgos de las cumbres
que la celeste inmensidad asaltan,
en las gentiles curvas de tu senoÂ...
¡oh, colina sagrada!

Y el desdeñoso arrastre de las olas
sobre los verdes juncos y las algas,
en el raudo vagar de tu memoria
por mi vida de paria.

Yo tengo, para ti, todo lo noble
que cielo, tierra y corazón abarcan;
el calor de los soles, ¡de los soles
que, como yo, te aman!;

El gemido profundo de las ondas
que mueren a tus pies sobre la playa,
en el tapiz purpúreo de mi espí­ritu
abatido a tus plantas;

La castidad celeste de los besos
de tu madre bendita, en la mañana,
en la caricia augusta con que tierna
te circunda mi alma.

¡Tu tienes, para mí­ todo lo bello;
yo tengo para ti, todo lo que ama;
tú, para mí­, la luz que resplandece,
yo, para ti, sus llamas!


Pedro Bonifacio Palacios "Almafuerte"